7/8/17

El corazón lleno de nombres... Ceuta

El corazón lleno de nombres

Ya han pasado unos días de lo vivido y solo tengo palabras de agradecimiento.
Gracias a Dios por su inmensa providencia. Él, que trata con amor a sus hijos, ha puesto en mi camino grandes personas. Con su ayuda he podido eliminar los prejuicios para poco a poco abrir y desnudar mi corazón al otro.

Llegué al centro de San Antonio en Ceuta con la cabeza llena de cosas para dar y hacer; llegué, de algún modo, con la prepotencia del que es capaz de todo por haber tenido la suerte de nacer en eso que la mayoría llama mundo desarrollado. Ofrecer, ofrecer, ofrecer...solo pensaba en todo lo que yo iba a dar a nuestros hermanos africanos al llegar. "Ellos no pueden ofrecerme nada, porque no tienen nada que dar", pensaba. Pero, una vez más, me equivoqué.

Todos habían recorrido un largo camino hasta llegar a Ceuta. Cuando les vi por primera vez, sus ojos, sus gestos y sus palabras cayeron sobre mí como una jarra de agua fría. Nunca olvidaré aquel momento. El resto lo pusieron mis compañeros voluntarios; verles trabajar, con amor y preocupación, me dejó sin palabras. De ellos también he aprendido mucho.

¿Saben a qué conclusión he llegado después de esta grata experiencia? Solo Dios puede juzgar. 

Cuando ves que te dan las gracias de corazón mientras trabajas junto a ellos. Cuando limpian el sudor de tu frente con una sonrisa y se preocupan por ti. Cuando cada día, a pesar de la distancia, llegan con ganas de trabajar, de aprender y de querer más. Cuando son capaces de dar consuelo en medio de sus dificultades, solo te queda reconocer y admitir que, aquellos que tú pensabas que no tenían qué dar, guardan un enorme tesoro en su corazón. Un tesoro que nosotros, prepotentes desarrollados, no somos capaces de ver, porque no sabemos mirar con el cristal adecuado. Ha sido, qué duda cabe, una gran lección; una experiencia de vida que me ha abierto los ojos del alma y me ha permitido crecer. 

Gracias, hermanos, por todo lo vivido; hoy mi corazón es algo mejor gracias a cada uno de vosotros. Como nos cantabais estos días, libres os quiero, como el mar, como el sol… Libres de prejuicios, de miradas aterradas, de ideas falsas… Siempre adelante.

Gracias a todos los que hacéis que nuestra Casa San Antonio en Ceuta cada día este abierta para todo el que quiera y necesite.

Y gracias a Ti, Padre, por haberme permitido vivir esta experiencia y por estar conmigo todos los días en cada uno de estos mis hermanos.



Irene García Martínez-Cepeda- Madrid

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