24/8/16

Mirar con el corazón

TODAVÍA NOS PUEDEN AYUDAR
                Desaprender. Desaprender nuestros ritmos esclavos del reloj. Desaprender mis prejuicios, la visión enaltecida de mí mismo. Desaprender la vanidad y superficialidad de nuestras relaciones. Desaprender mis miedos y mis mecanismos automáticos. Desaprender nuestras prioridades. Desaprender lo que me separa del otro. Desaprender nuestras tonterías.
Aprender. Aprender sin libros. Aprender sin leer. Aprender sin memorizar y no para producir ni competir. Aprender con profesores que son a la vez compañeros. Aprender rezando, escuchando, sonriendo, esperando, abrazando, animando, jugando, riendo, compartiendo,... Aprender a superar visiones estrechas, a mirar por encima de la apariencia, la nacionalidad y, sobre todo, del color de la piel. Aprender a valorar otras culturas. Aprender a reconocer las virtudes y valores de los demás. Aprender a ver personas. Personas con pasado, con familia, con ilusiones, que buscan la felicidad,… como yo, como tú, como mi familia y la tuya, como mis amigos y los tuyos. Personas que ríen y lloran, con cicatrices en la piel y en el corazón,… como yo, como tú, como mi familia y la tuya, como mis amigos y los tuyos.
He aprendido una de las lecciones más bellas e importantes de la vida, una que me valdrá siempre, en cualquier tiempo y lugar: ver primero a la persona antes que todo lo demás, acoger antes que preguntar o racionalizar, ser humano, ser hermano antes que cualquier otra cosa. He aprendido a bajar de mi pedestal, de nuestro pedestal, y me he dado cuenta que al ir a «ayudar a esos pobrecitos» el pobrecito que ha sido ayudado he sido yo. He aprendido que tengo mucho que desaprender y mucho más que aprender. He aprendido a mirar con el corazón y al corazón.

Esto —y más— es lo que Ceuta, Marruecos, el Centro san Antonio de Inmigrantes y los hermanos que he conocido en el campo de trabajo, tanto africanos como españoles, me han regalado. Alguno podrá sorprenderse y preguntarse si he tenido que ir hasta África para aprender esto pero es que, cuando digo «he aprendido», quiero decir que lo he practicado, que lo he hecho, que lo he vivido y experimentado, no sólo que sé que «hay que» hacerlo. Aquí, en nuestro pueblo, en nuestra ciudad, en nuestro país, «aprender» esto es algo excepcional en nuestra vida. Logramos hacerlo muy pocas veces o son muy pocos los que viven así, mientras que esos «pobrecillos» lo tienen muy bien aprendido y lo logran sin dificultad. Gracias a Dios que todavía podemos desaprender y aprender, que todavía nos pueden ayudar.
Adrián González Villanueva

León

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